5 de diciembre de 2023
Autor:
Emilio Gracia
El debut de Sanchís y Martín Vázquez con el primer equipo del Real Madrid hace ahora cuarenta años, supuso el inicio de uno de los periodos más brillantes y recordados de la historia del club
Pasan veinte minutos de las diez y media de la noche del 20 de mayo de 1998. Una generación entera de madridistas permanece pegada a la pantalla de televisión. En el ambiente hay una mezcla de alegría, nervios y liberación. Van a vivir un momento único que jamás olvidarán. Quince mil afortunados tienen la suerte de presenciarlo in situ, con sus propios ojos. El sueco Lennart Johansson, presidente de la UEFA, estrecha la mano del capitán del Real Madrid en medio de un sensacional jolgorio. Tras colgarle al cuello la medalla de campeón le entrega lo que para el madridismo es el Santo Grial. El capitán, con decisión, coge los 4 kilos de copa que sube por encima de su cabeza mientras, con rapidez, la agarra con las dos manos por la base, se ladea hacia su derecha y da varios pasos para ver de frente a unos aficionados blancos que, literalmente, entran en éxtasis.
Un grito liberador del capitán acompaña al preciso instante en el que la Copa de Europa es alzada al cielo de Amsterdam. No es un sueño. El Real Madrid es treinta y dos años después campeón de Europa. El hombre que levanta la orejona es Manuel Sanchís Hontiyuelo y pertenece a la Quinta del Buitre. Será el único de los cinco integrantes de esa gloriosa e irrepetible generación que levante la Copa de Europa con la camiseta del R. Madrid. En aquel momento culminaba una carrera que había comenzado quince años atrás junto a un talentoso centrocampista llamado Rafael Martín Vázquez.
Fotografía Agustín Vega. Diario AS.
Dieciocho años estuvo Manolo Sanchís en la primera plantilla del Real Madrid. Su carrera fue un ejemplo de longevidad y tenacidad. Fue el único miembro de la Quinta del Buitre que desarrolló toda su carrera en el Bernabéu, el que más partidos jugó y el que más títulos ganó de todos ellos.
La semilla de la recordada Quinta del Buitre que junto a Sanchís y Martín Vázquez integraron Michel, Pardeza y Butragueño prendió robusta en la élite un 4 de diciembre de 1983, hace ahora cuarenta años. Se disputaba la jornada 14 de la Liga de la temporada 83-84 y el banquillo del Madrid era ocupado por Alfredo Di Stéfano. El mito argentino dio aquel día la alternativa a dos jóvenes promesas que formaban parte de un Castilla que estaba batiendo todos los records en Segunda División. El debut no pudo ser mejor. El Madrid ganó a domicilio al Murcia por 0-1 con un solitario gol de Sanchís. Antes de continuar conviene recordar que el primer jugador de la Quinta del Buitre en jugar con el primer equipo del Madrid fue Michel, en un debut con asterisco. Este se estrenó en partido oficial un 11 de abril de 1982. Era la jornada 32 de la Liga y el Madrid se impuso en Castalia al Castellón por 0-1 con un tanto de penalti del propio Michel.
En aquella jornada la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) había convocado una huelga para derogar el derecho de retención que los clubes tenían sobre los jugadores. Varios clubes, entre ellos el Madrid y el propio Castellón, disputaron la jornada con juveniles, lo que facilitó el debut del legendario jugador que años más tarde sentaría cátedra por la banda derecha del Santiago Bernabéu. Aclarado el dato ponemos de nuevo el foco sobre Sanchís y Martín Vázquez.
Manolo Sanchís era un versátil centrocampista con fuerza, llegada y buen manejo de balón. Una de sus características de juego eran las largas conducciones saltando líneas de presión. Durante sus inicios era, para al madridismo, el hijo de Manuel Sanchís Martínez, lateral izquierdo en el equipo de los ye-yés que ganó en el estadio Heysel de Bruselas la Sexta Copa de Europa.
Con el paso del tiempo fue retrasando su posición hasta convertirse en un eficaz y rápido central con gran salida de balón y buen juego de cabeza. Portando la camiseta por fuera del pantalón— look poco habitual en la época — fue inevitable la comparación con Baresi, el mejor defensa del mundo a finales de los años 80. Con Benito Floro en el banquillo llegó a jugar incluso como lateral derecho. Peso pesado dentro del vestuario cogió el relevo de Chendo cuando el murciano renunció a la capitanía en enero de 1993. Sanchís no se quitará ya el brazalete hasta junio de 2001, cuando en la última jornada de la Liga de la temporada 00-01 colgó las botas recogiendo la copa de campeón en un partido disputado en el Bernabéu contra al Valladolid.
Hombre calmado y reflexivo dentro y fuera del campo fue objeto de numerosas y feroces críticas a lo largo de su carrera merced a jugadas puntuales, como una complicada cesión a Buyo desde el medio campo con la primera de las ligas de Tenerife en juego que acabó con el tercer gol de los locales que dejaba al Madrid sin título.
Ser una pieza clave en el imperial Madrid de las cinco ligas consecutivas y las dos UEFAS durante los años 80 hizo que el potente fútbol italiano pusiese sus ojos en él. En aquella época la Serie A era, sin discusión, el mejor campeonato del planeta, una especie de NBA del fútbol. La Juventus de Turín de Gianni Agnelli se encaprichó de él, llamando varias veces a su puerta con cheques plagados de ceros.
Sanchís, siempre fiel al Madrid, completó uno de los mejores currículums de la historia del fútbol español. Con el club de Concha Espina jugó 710 partidos y marcó 40 goles, ganando 8 Ligas, 2 Copas del Rey, 5 Supercopas de España, 1 Copa de la Liga, 2 Copas de la UEFA, 2 Ligas de Campeones, 1 Copa Intercontinental y 1 Copa Iberoamericana. Fue 48 veces internacional disputando con España la Europa de Alemania 88 y el Mundial de Italia 90. Con la sub-21 fue campeón de Europa. El veto de Javier Clemente a la Quinta del Buitre hizo que durante los mejores años de su carrera estuviese ausente de las convocatorias de la selección en una decisión que el propio Clemente tachó recientemente de injusta.
Para muchos Martín Vázquez ha sido el mejor jugador de la Quinta del Buitre. Sus grandes cualidades como centrocampista y su inmensa clase avalan tal afirmación. Martín Vázquez tuvo una explosión tardía. Durante el inicio de su carrera se puso en tela de juicio sus cualidades y fue objetivo de los pitos en el exigente Bernabéu de los años 80 y 90. En la temporada 89-90 Martín Vázquez se desmelenó y explotó definitivamente como jugador de altísimo nivel. En la temporada de la Liga de los 107 goles y bajo las órdenes del galés John Benjamin Toshack rompió el cascarón y mostró todo su talento, convirtiéndose en uno de los jugadores preferidos por la afición. Sus quince goles anotados siendo centrocampista fueron todo un impacto a nivel nacional e internacional. Manejaba ambas piernas, tenía una gran visión de juego, un regate eficaz y elegante y un potente disparo a puerta desde media y larga distancia. Los cantos de sirena llegaban con fuerza desde Italia.
En plena explosión de juego y talento Martín Vázquez negociaba con Ramón Mendoza la renovación de su contrato, que expiraba precisamente el 30 de junio de aquel año. Tras darse por seguro que renovaría todo se torció meses antes de concluir la temporada que terminó con la quinta Liga consecutiva del Madrid de la Quinta del Buitre. Martín Vázquez jugó el mundial de Italia con España sabiendo que la temporada siguiente militaría en el Torino. Su salida del Bernabéu fue un duro golpe para la afición. En Italia y rodeado de estrellas en un fútbol tremendamente táctico y físico, Martín Vázquez jugó las temporadas 90-91 y 91-92. En abril 1992 se cruzó con el Madrid en las semifinales de la Copa de la UEFA, apeando a su exequipo de la final que perdería posteriormente contra el Ajax.
Durante el verano de 1992 dejó Italia para fichar por el Olympique de Marsella, uno de los mejores equipos de Europa en aquel momento. En Francia estuvo tan solo cinco meses. En octubre Benito Floro le reclamó para el Madrid. Tras unas rápidas negociaciones con Ramón Mendoza con el que no se hablaba tras la tortuosa salida del club en 1990, volvió a vestir de blanco, añadiendo a su palmarés en su segunda etapa de blanco una Supercopa de España, una Copa del Rey y una Liga. De su paso por Marsella hay que destacar un dato. En la temporada 92-93 el club francés ganó la Liga de Campeones imponiéndose en el estadio Olímpico de Munich al Milan.
Martín Vázquez jugó dos partidos de las eliminatorias previas a la liguilla final anotando dos goles, por lo que técnicamente es también campeón de Europa. En 1995, siendo una pieza importante en el ilusionante Madrid de Valdano que recuperó la Liga tras cuatro temporadas de sequía, puso rumbo al Deportivo de la Coruña que entrenaba Toshack, el entrenador que mejor rendimiento supo sacarle. Por segunda vez su renovación se complicó y acabó, de nuevo, fuera del club. Un grave lesión de rodilla en pretemporada frenó en seco su carrera, que concluyó en 1998 vistiendo la camiseta del Karlsruher alemán previo paso por el Atlético Celaya mexicano.
Con el R. Madrid Martín Vázquez disputó 342 partidos, anotando 47 goles y ganando 6 Ligas, 2 Copas del Rey, 1 Copa de la Liga, 4 Supercopas de España y 2 Copas de la UEFA. Fue 38 veces internacional, disputando con España la Eurocopa de 1988 y en el Mundial de 1990.
Sanchís y Martín Vázquez fueron los pioneros de la Quinta del Buitre, una generación irrepetible que cautivó a miles de aficionados de todo el mundo. Ambos, hace ahora cuatro décadas, hicieron de arietes para abrir de par en par las puertas del primer equipo a Pardeza, Butragueño y Michel, con los que escribirían una de las páginas más brillantes y recordadas de la historia del club.