27 de febrero de 2024
Autor:
Nau Amiri D’Antonio
En la vasta historia del Real Madrid, hay nombres que resuenan con un eco eterno, entre ellos, el de Predrag Mijatovic. El jugador nació en Titograd, antigua Yugoslavia ahora Montenegro, un 2 de enero de 1969. Desde sus primeros pasos en el fútbol, su talento deslumbró a propios y extraños, marcando el inicio de una carrera que lo llevaría a lo más alto del panorama futbolístico internacional.
El camino de Mijatovic hacia la gloria no estuvo exento de obstáculos. Tras dejar una huella imborrable en el Valencia CF, su traspaso al Real Madrid desató una polémica que sacudió los cimientos del fútbol español, generando tensiones entre los dos clubes y sus aficiones.
En 1996, el Real Madrid realizó bajo la presidencia de Lorenzo Sanz un movimiento que cambiaría la historia del club, por lo que el fichaje de Mijatovic se convirtió en un hito trascendental en el mercado de transferencias, marcando el inicio de una era de dominio blanco en Europa. El Real Madrid en su momento pagó la clausula del jugador que ascendía a 1.487 millones de las antiguas pesetas.
Desde el momento en que Mijatovic pisó el césped del Santiago Bernabéu, su presencia se hizo sentir. Con goles cruciales y actuaciones magistrales, conquistando el corazón de la afición madridista, y convirtiéndose en un ídolo para las generaciones venideras.
En la máxima competición europea, Mijatovic brilló con luz propia. Su capacidad para desequilibrar en los momentos cruciales y su instinto goleador lo convirtieron en un referente indiscutible, dejando estadísticas y momentos memorables que perdurarán por siempre en la historia del torneo.
El 20 de mayo de 1998, en la final de la Liga de Campeones contra la Juventus de Turín, Mijatovic escribió su nombre con letras de oro en la historia del Real Madrid. Su gol en aquel encuentro épico selló la séptima Copa de Europa para el club tras 32 años de sequía, dejando un legado imborrable en la memoria de los aficionados.
El gol que ningún madridista podrá olvidar nunca, ya que muchos no habíamos visto aun al Madrid ganar la orejona, solo existían las 6 en blanco y negro. Como resultado, aquella noche del 20 de mayo a día de hoy para una gran parte de la afición no es comparable a ninguna otra noche europea. A pesar de lo vivido en los últimos años con la décima, el gol de ramos o la famosa champions de las remontadas, la séptima copa de Europa, la séptima de Mijatovic sigue siendo la más especial.
Aunque los años pasan, el vínculo entre Mijatovic y el Real Madrid permanece inquebrantable. Como embajador del equipo, el exdelantero sigue representando los valores y la grandeza del club en todo el mundo, manteniendo vivo el espíritu de una época dorada.
Predrag Mijatovic no solo fue un jugador excepcional, sino también un símbolo de una era dorada para el Real Madrid. Su legado perdura en el corazón de los madridistas, recordando una época en la que la gloria europea volvió a vestirse de blanco gracias a la magia de un delantero inolvidable.