Como si de una canción del verano se tratase, llegando el periodo estival, llega la saga Mbappé a los corazones madridistas. Mucha opinión y escasa información es el modus operandi del culebrón veraniego. La relación entre el francés y el Real Madrid es una montaña rusa de emociones para los aficionados merengues. Como un enamorado deshojando una margarita, dependiendo del día o del momento, Kilian viene, no viene, viene, no viene…

Es un hecho que esta temporada, el panorama cambia respecto a años anteriores. El PSG no quiere dejarlo marchar libre y todos sus mensajes van en esa dirección, o renueva o se va. Mientras en episodios anteriores Leonardo (cuya figura ya no está en el organigrama del club parisino), o el propio Nasser al-Kelaifi, se reafirmaban en la postura de no dejarlo marchar, en esta ocasión el mensaje es totalmente opuesto. Ahora, podremos ver al verdadero Mbappé. Todo depende de él, el balón está sobre el caparazón de la tortuga.

RADIOGRAFÍA DE UN MEGAFICHAJE

La obsesión de Florentino Pérez va más allá de lo estrictamente deportivo. Kylian Mbappé es el jugador del planeta fútbol que más ingresos podría generar en un club con un porcentaje alto de sus derechos de imagen. El delantero, junto con la explotación del nuevo Bernabéu, aportarían un músculo financiero y de ingresos gigantesco. Teniendo en cuenta que el sueño de la superliga se está desvaneciendo, que la fuerza económica de los clubes-estado no tiene límite y la reciente aparición de la liga árabe, el fichaje del astro francés se hace de vital importancia para la supervivencia competitiva.

UN GUION ESTABLECIDO

21 de mayo de 2022, Kylian Mbappé renueva con el PSG hasta 2025 tras rechazar al Real Madrid. Todo el mundo del fútbol quedó perplejo ya que parecía que el fichaje estaba hecho, hasta el punto de tener la presentación preparada. ¿Qué pudo pasar realmente? ¿Cómo es posible que el PSG accediera a cerrar un contrato de tan corta duración con un montante tan grande?

En el año 2000, Florentino gana las elecciones a la presidencia del Real Madrid con la promesa de traer bajo su mandato a la estrella del F.C. Barcelona, Luis Figo. Esta estrategia sorprendió a todos y la historia es de sobra conocida por merengues y culés. Lo que destacó del precontrato fue la cláusula que incluyó Florentino en el acuerdo. Una cláusula que se activaría en caso de desistimiento de una de las partes y por la que habría que indemnizar a la otra con 3.000 millones de las antiguas pesetas. Esta práctica se convirtió en norma en todas las negociaciones del Real Madrid con cualquier jugador. Resulta extraño el hecho de que en la negociación con la mega estrella del momento, llevada a cabo en la ventana de fichajes invernal, donde ya se podría oficializar cualquier acuerdo con el jugador, la dirección del club madrileño no tuviera previsto ninguna cláusula que penalizara el desistimiento. Mucho se habló, escribió y twitteó a cerca de los 300 millones que, se suponía conformaban esta clausula y de los que nada se supo después. Apropiándome de las palabras de mi gran amigo Rubén, « Florentino no es tonto y de esto sabe más que nadie«.

El guion sigue su curso. Muchos indicios nos invitan a pensar que Mbappé no llegó en mayo con el consentimiento de Florentino y un acuerdo entre las tres partes implicadas por aquel entonces. Los supuestos 300 millones de penalización entrarían ahora en juego en una nueva negociación y cobraría sentido el contrato de renovación que unió a Mbappé con el PSG tan solo dos años más uno opcional. Todo parece apuntar a que las citadas fechas iban de la mano del mundial de Qatar. Desde el club se sigue mandando el mensaje de que los mejores siempre tienen que estar en el Madrid y las relaciones entre el PSG y el jugador están más que rotas.

Todo parece indicar que la saga está llegando a su fin, los últimos capítulos están escritos y el nueve en el Madrid está sin nombre. Aunque nadie conoce el final, la mayoría creemos saber como acabará. Del mismo modo, tenemos asumido que a nadie nos sorprendería un final más que dramático. Mientras, sigamos deshojando la margarita con la ilusión de que el último pétalo sea un sí.