Fuente: Remontada Blanca

La bronca de Benito Floro cumple treinta años

6 de marzo de 2024

LA LIGA LaLiga Real Madrid

Autor:
Emilio Gracia


La reprimenda del entrenador madridista en el descanso del partido frente al Lleida en la temporada 93-94 y emitida por El Día Después, generó un terremoto mediático sin precedentes

Benito Floro, en el centro, junto a los componentes de la Quinta del Buitre durante un entrenamiento en la vieja Ciudad Deportiva del Real Madrid. Imagen AS

El 6 de marzo de 1994 tuvo lugar uno de los episodios más recordados del añorado fútbol noventero. El Real Madrid de Benito Floro caía por 2-1 en el Camp d´Esports de Lleida al término de los primeros 45 minutos (el resultado no se movería). En el descanso el técnico madridista, Benito Floro, dedicó a sus futbolistas una descomunal bronca que el programa El Día Después de Canal Plus grabó y emitió al día siguiente. Por primera vez los aficionados pudieron escuchar, sin filtro alguno, lo que se decía en un vestuario durante el descanso de un partido de fútbol. Aquello fue un terremoto.

El Sacchi español

Benito Floro había cogido las riendas del Real Madrid en el verano de 1992. El técnico nacido en Gijón había completado una trayectoria espectacular con el Albacete. Cogió las riendas de  los manchegos en Segunda B durante la temporada 89-90 logrando el ascenso a Segunda en su primera temporada, y a Primera en la segunda. En el estreno en la máxima categoría el equipo bautizado como El Queso Mecánico se quedó a tan solo un punto de clasificarse para la Copa de la UEFA. Era el equipo de moda.

Profesor de profesión a Benito Floro le pusieron muy pronto la etiqueta del Arrigo Sacchi español. Con el laureado entrenador italiano tenía varias cosas en común: ninguno había sido futbolista profesional, llegaron muy jóvenes a la élite como técnicos y compartían la obsesión por el 4-4-2 con defensa zonal.

Benito Floro dirigiendo uno de sus primeros entrenamientos al frente del Real Madrid en la temporada 1992-1993. Imagen ABC

Un club en crisis

Ramón Mendoza buscó en Floro el golpe de efecto que Berlusconi encontró en Sacchi para construir el Milan imperial de finales de los ochenta y se lanzó a por su fichaje tras el trauma de la primera Liga perdida en Tenerife. El Real Madrid no pasaba por su mejor momento. El club estaba inmerso en la ampliación del estadio Santiago Bernabéu y vivía una delicadísima situación financiera que hacía imposible invertir con garantías en la confección de la plantilla.  

El Real Madrid de inicio de los noventa pedía a gritos una reestructuración en posiciones clave que diese un impulso a la base del equipo formada por los miembros de la Quinta del Buitre. Competir con el mediático Barcelona de Cruyff que, además, contaba para fichar con ayudas públicas a fondo perdido gracias a inyecciones económicas que le insuflaba la televisión pública catalana se antojaba muy complicado. A ello hay que unir el inicio de los tejemanejes arbitrajes urdidos por José Luis Nuñez con el apoyo del excolegiado Enriquez Negreira que, a día de hoy, investiga la justicia tras lustros de pagos dificilmente justificables.

Ideas muy claras

Floro tenía una idea y un método pero carecía de la materia prima en forma de fichajes para desarrollar su plan. Con la perspectiva que otorga el paso del tiempo queda claro que fue un adelantado a su tiempo que llegó al Madrid en el momento menos adecuado. Un ejemplo: fue el primer técnico español que introdujo a un psicólogo en la dinámica de la plantilla, lo que generó innumerables chanzas y bromas. A todo ello hay que sumar una batería de críticas desde que tomó las riendas de la nave blanca que hizo difícil encontrar una estabilidad. En la época del Dream Team de Cruyff muchos cargaron las tintas contra Floro por, decían, no dar espectáculo. Floro era un estudioso de la estrategia y sus detractores le echaban en cara que sus esquemas encorsetaban en exceso a los futbolistas impidiéndoles desplegar todo su talento.

Su primera campaña al frente del Real Madrid acabó con el título de la Copa del Rey tras vencer al Zaragoza en Mestalla (2-0), una semana después de perder la segunda Liga de Tenerife con otro arbitraje vergonzante.

Una temporada muy complicada

La temporada 1993-1994 comenzó de manera catastrófica. Tras ganar por 1-4 en Pamplona en la primera jornada de Liga se enlazaron tres jornadas seguidas perdiendo tras caer en casa contra Valladolid (1-3) y Real Oviedo (0-1), y a domicilio contra el Deportivo (4-0). Por primera vez desde la posguerra el Real Madrid se vio en la cola de la clasificación, ocupando en la cuarta jornada los puestos de promoción de descenso a Segunda División. Ver para creer. La irregularidad del resto de equipos dio oxígeno a los blancos que, tras una buena racha en octubre, remontaron posiciones. Se decía que Floro tenía más vidas que un gato.

En diciembre los pupilos de Floro ganaron la Supercopa de España al Barcelona imponiéndose de manera brillante en ida por 3-1 en el mejor partido de la temporada, y empatando a uno en el  Camp Nou. El triunfo fue sonado y polémico al impedir la afición que acudió al Camp Nou, vía lanzamientos de objetos desde la grada, que los merengues diesen la vuelta de honor con la copa. La imagen de Ramón Mendoza en Barajas saltando y cantando con aficionados mientras esperaba el regreso de la plantilla fue muy comentada.

La Supercopa no fue el revulsivo que se esperaba y 1994 comenzó con la famosa derrota por 5-0 frente al Barcelona en el Camp Nou en Liga. Las dudas volvieron a invadir todos los estamentos del club. El Deportivo de la Coruña lideraba la Liga pero no lograba escaparse en la clasificación y la irregularidad del Barcelona daba aire a los blancos. En la Copa del Rey se eliminó al Atlético de Madrid en octavos para caer en cuartos de final contra el Tenerife de Valdano, la bestia negra de la época, tras con 0-3 en el Bernabéu.

El cromo de Benito Floro en la temporada 1993-1994

Derrota en la Recopa y debacle inesperada

En esas se llegó al tramo final de la temporada. El 4 de marzo el Real Madrid perdió por 0-1 contra el PSG en el Bernabéu en la ida de los cuartos de final de la Recopa de Europa. Dos días después el equipo viajaba a Lleida con la obligación de ganar para seguir soñando con la Liga. Pese a la mala temporada el liderato estaba únicamente a 4 puntos. Los catalanes eran la cenicienta de la Liga y sus aspiraciones pasaban por evitar el descenso directo y jugarse el todo por el todo en la promoción.

Los pupilos de Mané salieron con el cuchillo entre los dientes y el Madrid fue incapaz de igualar la intensidad de los ilerdenses. Al descanso se llegó con 2-1 para los locales, resultado que no cambiaría. El estadio del Lleida estaba en obras y los vestuarios eran unas casetas prefabricadas. Los periodistas aprovecharon el caos por los trabajos y llegaron a las puertas del vestuario. Un equipo de El Día Después se percató que desde fuera se escuchaba lo que pasaba en el interior. Nico Abad, redactor del programa, estuvo hábil y ordenó a su cámara pulsar el botón rojo para grabar el sonido del interior del vestuario. La derrota hacía que la cabeza de Floro pendiese de un hilo.

Reprimenda durísima

El lunes por la noche millones de aficionados se congregaron delante de la televisión para ver el programa de moda que Canal Plus emitía en abierto. La sorpresa fue mayúscula cuando en el avance se anunció que se desvelaría lo que pasó en el interior del vestuario del Real Madrid. Michael Robinson, presentador del programa, llamó a Benito Floro antes de la emisión para avisarle. «Me dijo que fue él el que decidió publicar el audio. Para él era pura arenga del fútbol, de las que hacen vibrar. Yo tenía, y tengo, la certeza de quién lo buscó y lo publicitó», dijo Floro años después en una entrevista concedida a El Confidencial.

No era la primera vez que El Día Después desvelaba lo que ocurría en un vestuario de Primera División, pero sí la primera que lo hacía sin pedir permiso a los protagonistas.  En la temporada anterior el programa metió una cámara en el interior del vestuario del Logroñés durante el descanso de un partido de Liga frente al Atlético de Madrid con el beneplácito del técnico local, el  argentino Carlos Aimar.

Una destitución cantada

La bronca de Benito Floro provocó un terremoto sin precendentes. Desesperado por la actitud de sus jugadores regaló una acalorada charla con una colección de palabras malsonantes que dejó a más de uno con la boca abierta. El impacto del rapapolvo fue tal que varios de los latiguillos salidos de la misma se hicieron muy populares en el mundillo del fútbol durante años.

A la misma hora que media España veía por televisión la bronca en el vestuario de Lleida la junta directiva del Real Madrid se reunía en las oficinas del Santiago Bernabéu para destituir a Benito Floro. Nunca se llegó a aclarar si el hecho de hacerse pública la regañina fue el detonante de la destitución por encima incluso de la derrota. El caso es que Floro fue despedido y Vicente del Bosque se sentó por primera vez en el banquillo del Real Madrid con Rafa Benítez de segundo.

Al día siguiente Floro acudió a la vieja Ciudad Deportiva de la Castellana para despedirse de la plantilla. Los aficionados que acudieron a la sesión de entrenamiento (en aquellos años eran a puerta abierta)  mostraron su apoyo al técnico saliente. Cansados de la irregularidad del equipo, muchos vieron con buenos ojos la bronca y se pusieron del lado del entrenador, cargando las tintas contra los jugadores.

Del Bosque toma el mando

Del Bosque no pudo reconducir la situación y la temporada acabó en medio de la mediocridad. El Madrid empató a uno en París y cayó eliminado en la Recopa. En la Liga, las ya de por si escasas opciones de ganar el título, se esfumaron tras una derrota por tres a dos en Balaídos. Los últimos partidos de la temporada sirvieron para sellar la clasificación para la Copa de la UEFA y comenzar a confeccionar la plantilla de la temporada siguiente con Jorge Valdano a los mandos y Laudrup y Redondo como fichajes estrella. Pero eso será otra historia.

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