15 de marzo de 2024
Autor:
Emilio Gracia
El lanzamiento de petardos y de un objeto de hierro sobre Paco Buyo obligaron a suspender el partido entre ambos conjuntos de la temporada 1988-1989. El encuentro se reanudó a puerta cerrada en Zaragoza y concluyó con 1-1 gracias a un tanto de Hugo Sánchez para el Real Madrid a cuatro minutos del final
Buyo con la mano en la cabeza tras ser alcanzado por un objeto. Imagen diario AS
Fue el partido más largo de la historia del fútbol español y uno de los que más ríos de tinta hizo correr. El Osasuna- Real Madrid de la jornada 20 de la Liga de la temporada 1988-1989 dio comienzo un 28 de enero en El Sadar y concluyó un 3 de mayo en La Romareda. La causa de que el choque se extendiese 96 días fueron los graves incidentes ocurridos en el fondo sur del estadio pamplonica, que incluyeron el lanzamiento de todo tipo de objetivos y material pirotécnico sobre la portería merengue. La integridad física de Paco Buyo corrió serio peligro aquella noche.
El Real Madrid de la Quinta del Buitre visitaba la capital de Navarra con el objetivo de consolidar el liderato de la Liga. Enfrente un Osasuna en gran estado de forma. El Sadar era un fortín y durante la primera vuelta los rojllos habían ganado todos los partidos como locales, cediendo solamente tres empates frente al Barcelona, Elche y Sporting. Pitaba la contienda el colegiado canario Socorro González.
El ambiente estaba muy caldeado en el fondo sur que ocupaban los miembros de la peña ultra Indar Gorri (fuerza roja en euskera), pero no en el resto del estadio ni en el terreno de juego, donde los jugadores de ambos equipos se batían en un duelo noble, sin entradas duras ni brusquedades. La vergüenza tardaría poco en hacer acto de presencia.
A los dos minutos se desataron las primeras hostilidades. Al ir a recoger un balón para sacar de puerta Paco Buyo recibió una lluvia de objetos desde el fondo sur. Y eso que había una malla que separaba la grada del terreno de juego. El partido discurría con un ligero dominio de los blancos frente a un Osasuna muy bien plantado en el terreno de juego.
Buyo rodeado del humo generado por los petardos lanzados desde las gradas. Imagen Mundo Deportivo
En el minuto 26 el partido subió de temperatura hasta llegar a un punto de no retorno. Martín González, encargado de marcar al hombre a Martín Vázquez, terminó una jugada para los rojillos con un disparo a puerta. Buyo, al ir a por el esférico para reanudar el juego, es alcanzado por una naranja y por un objeto cilíndrico de hierro que le impacta entre la nuca y el hombro. Los miembros de la peña Indar Gorri comenzaron a cantar «Buyo al paredón». El cancerbero recogió el objeto del suelo y se lo entregó al colegiado. “Siempre nos pasa igual con los aficionados de esa zona. Otro año le tocó a Valdano y esta vez a mí. Sentí miedo. Me sentí como un periodista de guerra”, dijo.
El partido siguió bajo un ritmo lento. En el minuto 33 una gran combinación entre Michel y Butragueño acabó con un fuerte disparo del último que salió rozando el larguero tras tocar el portero osasunista en la ocasión más peligrosa del partido hasta el momento. La portería de Buyo se convirtió en un pequeño infierno en el que el humo era cada vez más denso por el lanzamiento de petardos y la explosión de cohetes.
A falta de diez minutos para el descanso una jugada por la derecha fue rematada llegando desde atrás por Pizo Gómez para poner el 1-0 en el marcador. El Sadar entró en ebullición. El gol envalentonó todavía más a los violentos. En los instantes previos al tanto varios petardos explotaron cerca de Buyo. “No digo que encajase el gol por el lanzamiento de los petardos, pero me distrajeron seguro”, aseguró el gallego en Telemadrid. Tras el tanto una espesa nube blanca de humo invadió el estadio.
En el minuto 43 el sonido de las explosiones de petardos y cohetes retumbaron en todo el estadio. Uno de los petardos explota en la pierna de Buyo. El delegado de campo de Osasuna, Daniel Zariquiegui, habla con el colegiado Socorro González. Los jugadores se apelotonan en el círculo central mientras los aficionados empiezan a cantar ¡así, así, así gana el Madrid! Desde megafonía se hace un llamamiento a la calma.
El partido se reanuda cuando los cronómetros marcan el minuto 46. Las cámaras de televisión captan como un bote tirado desde el fondo sur pasa rozando la cabeza de Buyo. A los pocos segundos de la reanudación un nuevo petardo explota otra vez en la pierna del portero madridista. Éste cojea. El árbitro Socorro González no lo duda y pone fin a la contienda. “Tomé la decisión de suspender el partido en el minuto 43. Ya había advertido al delegado de campo en otras tres ocasiones al ser el lanzamiento de objetos constante. A la cuarta fue la vencida. A Buyo le tiraron de todo: manzanas, plátanos, monedas, un objeto de hierro y naranjas”, señaló el trencilla.
El infierno no se apagó y una luna del autocar el Real Madrid fue rota a pedradas. Hay varias cargas policiales en la calle. Los violentos hacen de las suyas y destrozan varios coches aparcados junto al estadio con matrícula de Madrid que, curiosamente, pertenecían a tres jugadores de Osasuna.
El colegiado Socorro González en el momento en el que decreta la suspensión del partido. Imagen Mundo Deportivo
En los días siguientes la polémica por lo sucedido se instala en los medios de comunicación mientras se espera el fallo del Comité de Competición. Los jugadores de Osasuna afirman que suspender el partido “es un precedente peligroso”. Argumentan que el partido debió seguir los dos minutos que faltaban y que los incidentes hubiesen terminado en el momento en que Buyo cambiase de portería. Desde el Real Madrid se desliza que no están dispuestos a volver a Pamplona y el club reclama la victoria y los dos puntos en juego.
El esperpento llega a tal nivel que Patxi Rípodas, capitán rojillo, llegó a acusar a Buyo de saltar al campo con la bola de hierro que entregó al árbitro guardada en el pantalón, negando que fuese lanzada desde la grada. Leo Beenhakker, entrenador del Real Madrid, no salía de su asombro: “Es intolerable. No sé a dónde vamos a llegar. Lo normal sería que a Osasuna se le diese el partido por perdido, es lo normal en otros países”.
Desde Pamplona se agarraban a otros incidentes sucedidos meses antes, también con el Real Madrid como protagonista, para evitar una sanción. En noviembre de 1987 durante la ida de los dieciseisavos de la Copa del Rey entre el Sestao y los blancos en el campo de Las Llanas, Hugo Sánchez recibió el impacto en la cabeza de una botella de champán por el que tuvo que abandonar el partido y recibir once puntos de sutura. El encuentro no se suspendió. La polémica estaba servida.
Por sorprendente que parezca lo ocurrido en Pamplona fue visto como algo normal por parte de buena parte de los profesionales del fútbol español. El técnico del Fútbol Club Barcelona, Johan Cruyff, declaró: “No hablo de otros. Lo que es curioso es que quienes siempre están metidos de lleno en los conflictos son ellos, no nosotros. Si de mí hubiera dependido habría dejado acabar el primer tiempo para dejar que los ánimos se calmasen en el descanso y ver qué pasaba con el cambio de portería”.
El 1 de febrero el Comité de Competición dictó sentencia tras cuatro horas de deliveración: El Sadar sería clausurado durante tres partidos y el partido se reanudaría en La Romareda desde del minuto 43 de la primera parte. Además, Osasuna debía abonar una multa de 200.000 pesetas (unos 1.200 euros).
A las 19.15 horas del miércoles 3 de mayo el partido más largo de la historia del fútbol español se reanudó a puerta cerrada en La Romareda de Zaragoza desde el minuto 43 con 1-0 para Osasuna. La polémica volvió a ser protagonista, esta vez, por un posible penalti de Buyo a Bustingorri que Socorro González no pitó.
El Madrid llegó al partido inmerso en una pequeña crisis tras caer eliminado quince días antes frente al Milan en las semifinales de la Copa de Europa. En Liga había perdido recientemente en Balaídos (2-0), y había ganado con muchos problemas al Logroñés en el Bernabéu (1-0) tres días antes.
En el minuto 86 una falta de Pepín sobre Butragueño al borde del área fue lanzada de manera magistral por Hugo Sánchez. La pelota pegó en el larguero y botó dentro de la portería antes de salir despedida hacía fuera. El tanto fue concedido y el partido acabó en tablas. A ocho jornadas para acabar la Liga los merengues tocaban con las yemas de los dedos el título.
Con dieciséis puntos en disputa la ventaja sobre el Barcelona era de cuatro (las victorias en aquella época valían dos puntos), habiendo ganado también los pupilos de Beenhakker los duelos directos. En la jornada 36 la Liga se tiñó de blanco tras vencer al Español por 3-0 en el Bernabéu. La temporada acabó con la consecución de la Copa del Rey frente al Valladolid en el Calderón en lo que es, hasta la fecha, el último doblete Liga- Copa del Rey ganado por el Real Madrid.
La clasificación de la Liga al término del partido aplazado entre el Osasuna y el Real Madrid.