17 de febrero de 2024
Autor:
Emilio Gracia
En la temporada 1993-1994 el delantero mexicano Hugo Sánchez se enfrentó por primera vez a su exequipo vistiendo la camiseta del Rayo en un encuentro resuelto a favor de los merengues con dos goles de Zamorano
Hugo Sánchez celebrando un gol en el Bernabéu con la camiseta del R. Madrid. Getty Images.
El pasado mes de octubre se cumplieron treinta años de la visita más mediática del Real Madrid al estadio de Vallecas. Fue un 31 de octubre de 1993 en el contexto de la jornada 9 del campeonato de Liga de la temporada 93-94. Lo especial de aquel partido estuvo en el hecho de que por primera vez desde que saliese del club en 1992, el Real Madrid iba a verse frente a frente ante de los mejores futbolistas de su historia. Hablamos de Hugo Sánchez Márquez, delantero mexicano legendario y goleador implacable.
Durante el tórrido verano de 1993 en el que la Liga empezaba en septiembre y en agosto torneos como el Ramón de Carranza, el Teresa Herrera o el Colombino gozaban de enorme prestigio, el Rayo Vallecano que por aquel entonces presidia el polémico empresario José María Ruiz-Mateos hizo saltar la banca en lo que al mercado de fichajes se refiere. El club franjirrojo sorprendía a propios y extraños y se hacía con los servicios de Hugo Sánchez, ariete de fama mundial. La contratación causó un gran impacto. Pese a que el manito contaba con 35 años –edad que en la época se consideraba muy alta para la élite–, el mexicano seguía gozando de un enorme prestigio internacional.
Con el fichaje por el club del barrio de Vallecas el mexicano completó un peculiar récord, pues fue el primer futbolista en jugar para los tres equipos de la capital de España tras darse a conocer en Europa con el Atlético de Madrid y convertirse en estrella mundial vestido de blanco. En el Real Madrid permaneció entre las temporadas 1985-1986 y 1991-1992 en las que anotó 207 goles en 293 partidos, siendo una pieza fundamental para ganar 5 Ligas consecutivas, 1 Copa de la UEFA, 1 Copa del Rey, 3 Supercopas de España y rozar con las yemas de las manos la Copa de Europa.
El cromo de Hugo Sánchez de la temporada 93-94 con el Rayo Vallecano.
Hugo Sánchez Márquez era en su época lo que años más tarde fue Cristiano Ronaldo y lo que ahora es el noruego Haaland: un goleador sin escrúpulos capaz de partirse la cara en cualquier circunstancia con tal de que el balón acabase dentro de la portería. Su apetito goleador era voraz. De blanco fue cuatro veces máximo goleador de la Liga en las temporadas 85-86 (22 goles), 86-87 (34 goles), 87-88 (29 goles) y 89-90 (38 goles).
Hugo, cuya hermana había sido gimnasta llegando incluso a representar a México en los JJOO de Montreal 76, había interiorizado movimientos típicos de ese deporte al compartir entrenamientos con ella. Tenía una agilidad felina y una gran capacidad para rematar desde posiciones inverosímiles. Los goles de media volea y de chilena o de “huguina”, como él decía, levantaban a los aficionados de sus asientos. Sus celebraciones dando una voltereta eran un homenaje a su hermana. La gran cualidad de su juego eran los remates al primer toque. Fue tal la habilidad que tenía para descerrajar cualquier remate de primeras que en la histórica temporada 1989-1990, en la que igualó el récord de Telmo Zarra anotando 38 goles en 35 partidos de Liga, marcó todos los tantos a un solo toque, algo sencillamente impresionante y sin parangón.
Con Gordillo en la banda izquierda y Michel en la derecha sirviéndole balones y con Butragueño a su lado tirando paredes que desnudaban defensas en fracciones de segundo, Hugo Sánchez se convirtió en el nueve más temido del mundo. El Madrid de la Quinta del Buitre jugaba como los ángeles y machacaba por KO a sus adversarios al tener en el mexicano al delantero perfecto para que la inagotable productividad ofensiva del equipo se materializase en goles de todos los colores. De carácter duro y en ocasiones arrogante, tenía una confianza en absoluta en sí mismo. Su único amigo era el gol. Mantenía una relación tensa con buena parte de la plantilla que se olvidaba al salir al campo. Su profesionalidad era intachable cuidando su cuerpo al máximo y entrenando como el que más.
Una rotura parcial del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda con afectación al menisco en abril de 1991, fue el principio del fin de su periplo en el Bernabéu. La lesión le mantuvo varios meses en el dique seco. En mayo de 1992, cuando faltaba un mes para que concluyese la temporada, rescindió su contrato con el R. Madrid tras desavenencias con Leo Beenhakker, firmando por el América de México.
Su llegada a Vallecas generó mucha ilusión entre la afición rayista. A nivel colectivo las cosas no le fueron bien pues el Rayo terminó descendiendo a Segunda División en una recordada promoción frente al Compostela que culminó con un partido de desempate en el Carlos Tartiere de Oviedo. Individualmente sus números con el Rayo fueron buenos, anotando 16 goles en 29 partidos de Liga y 1 en 4 partidos de Copa.
El cromo de Hugo Sánchez de la temporada 90-91.
El R. Madrid de la temporada 93-94 había arrancado el curso con tres derrotas en los cuatro primeros partidos de Liga. El equipo de Benito Floro no carburaba y la visita a Vallecas se antojaba decisiva para levantar el vuelo. El partido levantó una enorme expectación mediática y fue retransmitido en directo por Canal Plus. En un encuentro cien por cien noventero Ruiz-Mateos se sentó en la grada y no en el palco, con Josep Pedrerol a su lado. El periodista catalán se encargaba por aquel entonces de entrevistar en los palcos a presidentes y autoridades que acudían a los partidos. Durante el partido pedía paso a Carlos Martínez y Michel Robinson para comentar las jugadas junto a Ruiz-Mateos. “Si marca el Madrid no sabría si celebrarlo o no, pues tengo el corazón dividido”, soltó el fundador de Rumasa en una de las conexiones.
El partido tuvo poca historia. Floro, por primera en la temporada, cedió ante la insistencia de prensa y aficionados y puso juntos en el once a Butragueño, Alfonso y Zamorano, acomodándose Alfonso en la banda izquierda en el innegociable 4-4-2 que siempre planteaba el técnico asturiano.
Dos goles de Zamorano en los minutos 26 y 76 dieron los dos puntos que por aquel entonces se otorgaban por victoria al R. Madrid, en un partido dominado de cabo a rabo por los blancos gracias a una gran actuación coral que sirvió para remontar posiciones en la clasificación. El protagonista de la noche tuvo una actuación muy discreta. El Rayo fue incapaz de crear peligro y Hugo Sánchez apenas toco el balón aquella noche otoñal. “Me hubiera gustado que fuera distinto. Realmente no fue el partido que yo pretendía ni esperaba. Debimos apretar y darle más guerra al Madrid. Nos ganaron bien”, dijo al acabar el partido.
Butragueño en un lance del partido disputado en Vallecas el 31 de octubre de 1993. Imagen Mundo Deportivo.
En la segunda vuelta el Madrid volvió a vencer al Rayo Vallecano de Hugo Sánchez, está vez por 5-2, en el debut de Vicente del Bosque en su primera etapa en el banquillo del Madrid tras la destitución de Floro por la famosa bronca en el Camp d´ Sports de Lleida que grabaron las cámaras de Canal Plus y que se emitió en el programa El Día Después. El partido se jugó en el Vicente Calderón al estar clausurado el Bernabéu por los incidentes acaecidos en un partido de Copa del Rey contra el Tenerife. Hugo Sánchez recibió el cálido aplauso de los aficionados del Real Madrid que llenaron las gradas del campo de su encarnizado rival. El mexicano, como en la ida, no tuvo su tarde y apenas inquietó la meta defendida por Paco Buyo.
La despedida oficial tuvo lugar el 25 de mayo de 1997 en un partido de homenaje que enfrentó al R. Madrid contra el PSG. Hugo Sánchez se retiró a lo grande y dio tres volteretas para celebrar sus tres últimos goles como jugador de fútbol en la victoria del R. Madrid por 4-1 frente el conjunto francés. Fue el adiós perfecto de un jugador único casado con el gol.